Desde los relatos previos a La odisea de Homero hasta el momento actual, en el que el tuit es más poderoso que la pluma o la espada, hay una relación culturalmente compleja entre la voz de las mujeres y el espacio público. Así lo señala la académica y divulgadora inglesa Mary Beard, especialista en estudios clásicos de Grecia y Roma, cuando presenta un recuento histórico acerca de lo consistentes que han sido las sociedades occidentales en la tarea de hacer callar a las mujeres. En su libro Mujeres y poder, un manifiesto, Beard cuestiona la manera en la que hemos aprendido a mirar a las mujeres que ejercen el poder o aspiran a él. La literatura, la política y las artes están supeditadas a un discurso dominante y —por definición— masculino. Si el inconsciente colectivo se ha nutrido del prejuicio de que la autoridad, la pericia y el conocimiento no pueden ser atributos femeninos, es revolucionario cuestionar ese patrón de conducta que estima aceptable y natural despojar a las mujeres del acceso al poder: decapitarlas y exhibirlas para ponerlas en el sitio que simbólicamente les corresponde. El liderazgo de las mujeres ha sido aceptado en la medida en la que se vean y actúen como los hombres, por eso es necesario analizar el camino que nos trajo hasta aquí. Es el poder lo que hay que repensar, no a las mujeres.
MARY BEARD
Mujeres y poder, un manifiesto, Crítica, 2018.
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