Folios 37
El arte y la pintura, en específico, tienen entre sus muchas posibilidades la de revelarnos aristas, pasiones, obsesiones, recuerdos desconocidos del ser humano; de acuerdo a una relación entre psicoanálisis y arte, vendrían a revelarnos también imágenes del subconsciente atrapadas en la infancia o imaginadas por lecturas. A partir de ver su obra, sin interrogarnos sobre sus filias y fobias o sus lecturas, la pintura de Patricia García es síntesis y esencia de un linaje, surrealista y fantástico, que campea en muchas expresiones del arte en México.
Poseedora de una sólida formación académica, la pintura de Patricia tiene un sólido andamiaje técnico en composición y color, uso de colores suplementarios o luminosos que, según la atmósfera requerida por sus personajes, pueden transformase grises y azules intensos.
Los personajes que habitan sus lienzos provienen de una dimensión que solo la autora conoce, es un mundo de su creación en donde deambulan seres —impregnados por el pincel de la artista— de terror o fantasía; a la vez, en algunos se revelan terribles realidades. En Nuevo bodegón mexicano, al ir viendo los objetos y símbolos que lo pueblan, el xoloitzcuintle o perro mexicano siempre presente en muchos de sus pinturas, el aguacate ensangrentado, la planta de mariguana y el rifle AR-15, entre otros, son la revelación de una nota roja sublimada por el artista que deja sutil testimonio del tiempo de un México convulso.
Un mundo extrasensorial se percibe en algunas de sus escenas, los personajes representados de manera realista —sea en estado de trance o alucinación—, creados por el manejo magistral de la técnica al servicio de una imaginación, con la que Patricia García da muestra de una herencia ancestral desde una nueva perspectiva.
ARTURO CAMACHO
* Historiador y crítico de arte, doctor en historia del arte por UNAM y académico en el Departamento de Historia de la Universidad de Guadalajara.