¿Fomento a la lectura?

2-Fomento a la lectura-1

Moisés Navarro

Se puede obligar a leer a 4 200 alumnos de entre 15 y 18 años? Sí, se puede. ¿Tiene algún sentido? Me parece que no. Existe un concurso en SEMS de UDG que consiste en leer un libro elegido por ellos y por el FCE. A partir de la lectura los alumnos deben redactar una carta al autor o a alguno de los personajes que ahí aparecen. Gana la carta con mayor calidad literaria y gana la preparatoria que envíe una mayor proporción de cartas a partir de su matrícula.

Las preparatorias quieren ganar ese concurso en cualquiera de las modalidades. Entonces hay que obligar a leer al chiquillero. La mayoría lo harán –al menos a medias– otros harán trampa: redactarán la carta copiando o utilizando alguna inteligencia artificial. Otros redactarán una carta genérica, aunque no hayan leído nada.

Los libros elegidos suelen estar catalogados dentro de ese sub genero llamado “literatura juvenil” y son siempre novelas. No tengo nada en contra de la llamada literatura juvenil. Pero sí tengo conflictos con obligarlos a leer, sobre todo cuando uno entra a la lectura de estas novelas y nos solemos encontrar historias con una muy baja calidad literaria. No es el caso todos los años –por ahí ya se leyó a Chimal y a Antonio Revillas– pero sí ganan los libros olvidables por mayoría.

Cada persona tiene su propia historia como lector. Muchos de mi generación iniciamos con Harry Potter; otros lo hicieron con comics de superhéroes. Algunos más con literatura pulp; uno de mis grandes maestros y amigos lo hizo con el Capulinita. Inclusive, muchos, con Paulo Cohelo y similares. Al final creo que eso no es lo importante. Mi tía fue lectora de novelas rosas y de pronto la encontré leyendo Colmillo Blanco. Si uno fomenta su curiosidad se irá creciendo como lector.

Mi reparo va con la obligación. Si bien directivos y los organizadores del concurso nos felicitan por “fomentar la lectura” quienes estamos dentro de las aulas y tenemos un contacto más amistoso con los alumnos podemos darnos cuenta de que eso no está sucediendo. Los obligamos a leer un libro al año, pero no estamos fomentando nada. Incluso, muchos docentes ni siquiera leen el libro que obligan a leer, lo cual inicia en sí el problema: docentes, comunicólogos, filósofos, egresados de letras que no leen.

Ante el exceso de entretenimiento que encontramos hoy: videojuegos, redes sociales –que además ofrecen estímulos y recompensas inmediatas, algo que la literatura no ofrece– tendríamos que estar haciendo algo más que obligarlos a leer y a redactar cartas, cosa que esta generación ni llegó a conocer.

Leer para ellos. Leer delante de ellos. Hablar de autores con cualquier pretexto. Utilizar la oralidad para contarles las sinopsis de algunos de los libros que nos han maravillado. Que tengan contacto con autores locales. Conectar saberes, son algunas de las respuestas que se me ocurren. No serán visibles ni cuantificables, pero al menos no les generarán rechazo.

 

Moisés Navarro Arenas es un cronista que echa ojo a lo cotidiano para encontrar lo extraordinario en ello. De eso escribe, y así lo relata Jubilarse a los veintidós, su primer libro, seleccionado en la convocatoria La Maleta de Hemingway de la Secretaría de Cultura de Jalisco.

Encuéntranos

Calle Parque de las Estrellas 2764, Jardines del Bosque, 44520 Guadalajara, Jalisco